Black smog
Por Alejandro Puig
Linares
“¡Que extraña cosa el
conocimiento. Una vez que ha penetrado en la mente, se aferra a ella como la
hiedra a la roca.” – Frankenstein, de Mary W. Shelley
1890
d.c. En algún lugar del Mar del Norte.
Agarrado
fuertemente a la bita de proa contemplaba como el pequeño barco pesquero de
vapor se adentraba en la densa bruma negra. Ni siquiera el sol se atrevía a atravesarla.
Las olas lo mecían bruscamente y el viento me salpicaba en la cara haciendo que
mis rastas de cabello blanco latigueasen furiosas. La tripulación se había
escondido bajo la cubierta, quedándome a solas con el capitán. Estar de pie,
desafiando el mar aún a pesar de ser un simple policía, me provocó una sonora carcajada.
Seguramente no me hubiese reído tanto si mi brazo mecánico no me hubiese
afianzado con seguridad.
El asesino que llevaba años buscando por fin había
cometido un error, se había atrevido a matar en Orbis Alia, el bastión de los científicos.Continuará...
Podéis leer el resto de la historia aquí.
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