Sí, es cierto, los escritores consumimos mucho café (o té). La cafeína es parte de nuestro sistema inmunológico, acompaña de la mano a los glóbulos rojos y, la mayoría de la veces, consigue mantenernos despiertos incontables horas delante del ordenador. Y sí, a veces, algunas veces, conseguimos juntar palabras en una frase casi brillante.
De cualquier forma hay mil tipos de tazas, a cual más ingeniosa. Aquí tenéis una pequeña muestra.
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